DISCURSO ACTO EXALTACIÓN FESTERA

Celebrada el 4 de julio de 2015

Ilmo. Sr. Alcalde, Sr. Síndico Portador de la Gloriosa Enseña del Oriol, Sr. Presidente Honorífico de la Asociación de Fiestas, Sr. Presidente de la Asociación, Armengolas, Embajadores, abanderadas, festeros y amigos:

¡Buenas noches!

Permítanme que comience mis palabras agradeciendo a la Asociación, y en especial, a su presidente Antonio Manuel García, el honor, y sobre todo, la emoción que me produce poder estar ante ustedes esta noche como imagen viva de la heroína, de la mujer oriolana.

Quisiera hacer extensivo mi agradecimiento a los dos presidentes anteriores de la Junta Central: Antonio Franco y a nuestro estimado Domingo Espinosa, a quien me gustaría recordar hoy con un cariño especial, estoy segura que comparte con nosotros este momento.

Ellos fueron los artífices de que la figura de la Armengola, hace ya veinticinco años, fuera recuperada para la Fiesta y de que, a lo largo de este cuarto de siglo se haya convertido en uno de los símbolos de la ciudad que despierta mayor simpatía y acogida entre los oriolanos. Es a ellos y, por supuesto, a la inestimable representación de las Armengolas que me precedieron, a quienes dedico mi más sincero agradecimiento. Sin su labor constante de cariño, de mimo y revalorización de esta figura, hoy yo no estaría aquí.

Durante estos veinticinco años, hemos visto cómo la figura de la Armengola ha ido tomando un protagonismo creciente, protagonismo que yo compararía con la evolución que el papel de la mujer ha adquirido en la Fiesta y en la sociedad.

 

Es algo evidente que en estos años la mujer se ha ido incorporando de forma masiva no sólo a los desfiles, sino también a los órganos de gestión de la Fiesta. Ya no se limita a una mera labor de intendencia en casa, confeccionando y preparando los trajes de la familia, cocinando sabrosas cenas para las cábilas y cuarteles o desfilando en las entradas. A lo largo de estos años la mujer oriolana ha incrementado de forma muy notable su participación en todos los actos, así como, en las juntas, vocalías y presidencias de nuestras comparsas. Podría decirse que ha sido una evolución en paralelo con la sociedad.

Hace unos diez años, escribí un artículo para la revista de Fiestas en el que planteaba la posibilidad de que, hoy en día, existieran heroínas como la Armengola. En él, hacía la siguiente reflexión:

“¿Hay heroínas en la actualidad?

Sí, claro que la hay en el siglo XXI.

En los países desarrollados las mujeres siguen teniendo bastantes problemas para compaginar con equilibrio el trabajo fuera y dentro del hogar, el deber y la devoción.

Mujeres que intentan dar la talla en todo lo que emprenden y que aún tienen tiempo para procurar ser buenas compañeras, esposas, amigas, enfermeras y madres. El trabajo en muchos ámbitos suele ser muy competitivo y conlleva una gran preparación, así como la dedicación de muchas horas. Al finalizar su jornada profesional, la mujer llega tarde y cansada al hogar, donde, la mayoría de las veces, sin la menor ayuda doméstica, tienen que doblar su jornada habitual para atender a la familia.

Heroínas las que eligen trabajar fuera de casa porque durante años se han preparado para ejercer una vocación y contribuir a mejorar la sociedad con ella, y heroínas las que renuncian a otras alternativas y dedican todo su esfuerzo y su tiempo a las frecuentemente ingratas tareas del hogar en una sociedad donde los hijos, los mayores o la organización doméstica siguen siendo tareas típicamente femeninas.

Heroínas en grado sumo aquellas que sacan adelante y en soledad a sus hijos, arrastrando tras de sí, historias terribles de maltrato y opresión, de emigraciones y abandonos.

Heroínas, en el más amplio sentido de la palabra, las mujeres en los países en desarrollo, que se están convirtiendo en muchos casos en germen de crecimiento económico, con sus pequeñas empresas artesanas, sus cooperativas agrarias de comercio justo, y sobre todo, su afán por salir de la miseria a través del único camino posible, la alfabetización y la solidaridad.

Heroínas también las que son consideradas como botín de guerra por los vencedores de tantas contiendas, las que sufren día a día el abuso de ser tratadas como objetos con los que comerciar, o aquéllas que recorren distancias impensables para proporcionar a los suyos el bien más preciado, el agua.

Por todo ello, la figura de la Armengola no representa sólo a la intrépida mujer del siglo XIII que liberó Orihuela, sino que es mucho más; es la representación de todas las mujeres que construyen su vida cotidiana sobre el trabajo bien hecho y el servicio a los demás y que hacen de lo excepcional un hábito.”

Estas palabras, escritas hace diez años, son perfectamente aplicables a la realidad actual. Hemos avanzado, sí, pero todavía queda mucho por construir.

Desde el privilegiado lugar en el que me encuentro esta noche os digo que no me considero, ni mucho menos, una heroína pero sí que intentaré a lo largo de estas fiestas ser una digna representante de aquéllas que de verdad lo son en su difícil realidad.

Esperando, confiando, en que consigamos unas mejores condiciones de vida para todas aquéllas que sufren. Que podamos compaginar nuestro profundo amor por las tradiciones y la historia de nuestra ciudad con la apertura constante hacia lo nuevo, que enriquece y promueve el cambio y el desarrollo.

Esperando que ninguna mujer de este siglo XXI se vea inmersa, de nuevo, en la angustia de elegir entre lo suyo y lo ajeno; quisiera terminar haciendo mías las palabras que el poeta Joaquín Mas Nieves puso en boca de la Armengola aquella noche del 16 de Julio en que dos luceros alumbraron la senda hacia Hans Arguala:

 “¿Llamar desagradecida

a mujer que no consienta

la muerte para los suyos

al precio de la vileza

de salvar la propia vida

para que su gente muera?

Vivo por que me sostengo

con el amor de mi tierra,

con el amor de mis gentes,

que son la sangre de ella.

Sin el amor de los míos

vivir es morir de pena.

Vale la pena la vida,

si honra la vida lleva;

mas si traición es su sangre,

es preferible perderla.

¡Benzaddón, es ofenderme

pedir que a mi pueblo venda!”

 

Muchas gracias y, como hubiese dicho nuestro añorado Domingo Espinosa:

                                           “¡Arriba la Fiesta!”

 

Ángeles María Vidal Guevara

Armengola 2015

 

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Autor: Orest Derekn

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