Gloriosa Enseña del Oriol
Enseña, señera, pendón o estandarte, con todas esas denominaciones se conoce a la bandera de la ciudad, que durante el desfile del 17 de julio, era portada por el Justicia Criminal y, al quedar abolidos los Fueros Valencianos tras la Guerra de Sucesión en el siglo XVIII, se encomienda al Síndico, que era el representante de la ciudadanía en el Consell General. El nombramiento de Síndico Portador de la Gloriosa Enseña del Oriol corresponde anualmente al Ayuntamiento desde que en 1992 se retoma dicho privilegio y recae sobre personas de especial relevancia en cuanto a su labor social, cívica o cultural en la ciudad.
La Gloriosa Enseña del Oriol es la bandera de Orihuela. Se trata de una de las banderas más antiguas de España, incluso más que la Señera Valenciana con la que comparte ciertas similitudes como su forma cuadrada con lóbulo central, el estar coronada por un ave y el privilegio de no inclinarse. La Enseña oriolana se expone anualmente durante 24 horas para su contemplación en el balcón de la Casa Consistorial, desde las 00 horas del 17 de julio. Posee el título de Real y Gloriosa y el privilegio de inclinarse solo ante Dios y el Rey. Por ello, es descendida y ascendida con enorme respeto y esmero desde el balcón en posición vertical, ayudada por unos cordones que la mantienen erguida mientras se hace sonar el Himno Nacional y 21 salvas de honor (que en la actualidad son fuegos artificiales). De ahí la importancia del Síndico que la porta durante el desfile acompañado de la Corporación Municipal y de diversas autoridades, portando cada uno de ellos una de las cintas de seda roja que penden de la bandera. El desfile se dirige a la catedral, donde recoge a las santas para acompañarlas en procesión hasta su templo. Allí se celebra la Misa de la Reconquista, en cuya eucaristía nuestra Enseña se inclinará ante Dios, sostenida por el Síndico. Después, se realiza un solemne desfile hasta el monumento a la Armengola, que representa la propia Enseña, y de vuelta al ayuntamiento será izada de nuevo hasta su balcón. A las 00 horas será recogida con todos los honores y guardada y conservada en la Sala del Oriol, protegida de la humedad, la temperatura y la luz, como corresponde a su valor, hasta el año siguiente.
La bandera está realizada en damasco carmesí por ambos lados y todo su contorno rematado con flecos dorados. Posee una lengüeta y bordados de diferentes épocas, flores o estrellas, “alcachofes”, el escudo borbónico, las santas sobre nubes, las armas de Aragón y dos Orioles (tal vez, ¿aludiendo a las dos reconquistas?).
Ha sido restaurada en dos ocasiones y está prohibida su reproducción, salvo que lo apruebe el pleno del Ayuntamiento. Esto ocurrió en 2006 cuando se acordó elaborar una réplica exacta con el fin de preservar en extremo el valioso original, que está considerado como BIC (Bien de Interés Cultural).
En 2019, con motivo de la visita del rey Felipe VI a la ciudad por la DANA que sufrimos, el monarca traspasó los honores a la nueva bandera para que en adelante sea esta la que desfile cada 17 de julio.
El estandarte aparece coronado con un Oriol de plata sobredorada del siglo XVIII (que sustituyó al anterior de madera dorada, sustraído por el Cardenal Belluga cuando la ciudad capituló en la Guerra de Sucesión).
Relacionado con su nombre valenciano, Oriola, el emblema de la ciudad, el Oriol, es popularmente conocido como “El Pájaro”. La denominación Oriol hace referencia también a la oropéndola (Oriolus), ave migratoria que llega a nuestras tierras cada primavera desde Gran Bretaña y habita en las riberas de los ríos. Su nombre significa “plumas de oro” y de ella se dice que es “la que más alto vuela y más rápidamente hace su nido”. Su representación heráldica es el Oriol o Herodio, un ave con corona real y alas a medio desplegar. Aparece con la pata izquierda sobre una rama, mientras con la derecha empuña una espada haciendo honor al lema de nuestro escudo “Semper ensis vester prevaluit”Siempre prevaleció nuestra espada concedido a la ciudad por el rey Pedro el Ceremonioso, rey de Aragón, en el siglo XIV, en agradecimiento por la heroica defensa de la ciudad tras un terrible asedio


